Producciones de los alumnos del taller de teatro
Prof. Valeria Lana
Prof. Alejandra Dughera
Luna
Desde el
otro lado ella lo veía. Luna lo veía pero le pertenecía a alguien más por
simple obligación, estaba atada a su lugar. Pero lo observaba llevaba milenios
observándolo, aunque, Con el amor ¿Quién sabe? Podría haberse pasado segundos o
milenios que ella no los sentiría hundida profundamente en un solo pensamiento.
Él era luz, Sol era luz, y ella tenía un lado oscuro. Pero si los amantes no se
las arreglaran en su tragedia no serían amantes…entonces, Luna y Sol, en sus
breves encuentros, se funden en un eclipse.
Esa mañana el sol estaba
brillante. Sus fuertes rayos cegaban mis ojos, pero
aun así podía verla. Estaba en el parque sentada, parada, no dejaba de moverse,
pero aun así no la podía perder de vista. Su bella sonrisa sus dulces ojos, su tierna voz, su pequeñito
cuerpo, yo amaba todo eso. La amaba a ella desde el día en que la oí reír, se
adueñó completamente de mi vida y mi corazón.
Esa
mañana el sol estaba brillante. Las aves llenaban el
parque con su canto y los niños corrían de aquí para allá. Todo se movía muy
rápido, todos gritaban y reían. Todos se veían muy felices. Todos, menos yo…
Yo no estaba allí. Yo no
gritaba ni reía. Yo no estaba feliz… me encontraba tras un arbusto cerca del
lago. No quería estar ahí, ¡no me escondía! No soy cobarde. Solo estaba detrás
de ese arbusto porque el aire era más frío y porque no había nadie que me
obligara a reír y fingir estar mejor.
Seguramente cuando volviera
estarían muy enojados, pero claro, no lo mostrarían hasta llegar a casa. Serían puras sonrisas y “Al fin
volviste, estábamos preocupados, ¿Te gustaría un helado?”… solo para
impresionar a los vecinos que venían con nosotros al parque, pero al llegar a
casa nada de helados ni sonrisas, ni abrazos ni caricias. Al momento de cerrar
la puerta se abre la puerta del infierno para mí.
El
marco
Mi papá había muerto hacía
unos días. Según el testamento, de los objetos más variados de los que el
poseía, me dejó su cámara antigua que él en persona había comprado en un
mercado húngaro.
Volví
a mi casa, no fue hasta el otro día que utilicé la cámara. Me saqué una foto,
me fui al trabajo y al volver un terror me invadió ya que no estaba mi persona
en la foto que había sacado con la cámara y al mirar alrededor vi que un marco
me encerraba en un precipicio hacia la nada, y comprendí que estaba encerrado
en la foto.
Alcanzas aquello que te pertenecía,
Llevas los pasos contados,
Encuentras lo que aun no has perdido,
Repites una y otra vez tu camino,
Ira y placer ciclan en tu pecho.
Arranca tus lágrimas sin culpa, todo ya está hecho.
¡Muy buen trabajo! ¡Felicitaciones a las docentes y alumnos que participaron de la experiencia!
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